
pasando por la intervención de fotografías, archivos, cartografías y testimonios, hasta el uso de la gráfica y el mural. Su trabajo es una apuesta estético-política que, por un lado, cuestiona a las narrativas establecidas de género y, por otro lado, explora una propuesta de arte posextractivista, poniendo en debate las nociones de territorio contemporáneas.
Ha participado en varias exhibiciones individuales y colectivas en distintas galerías independientes dentro y fuera del Ecuador. Entre las que destacan: Paisaje/Territorio Imaginarios de la selva en las artes visuales, curaduría Ana Rosa Valdéz, MAAC – Guayaquil (2019), IDD Indicios de Data, curaduría Juan Carlos León, Quito (2019), Amazon Color, Seúl– Corea (2014), y Esencial, muestra individual, El Conteiner – Quito (2017). Fue curadora en Ordinaria, muestra colectiva en Arte Actual FLACSO (2018). Participó como tallerista en Human Rights and Arts, workshop, Harvard University (2018). Ilustró publicaciones independientes como Decapitado (2016) y Retratos del encierro: Sobrevivientes a las Clínicas de Deshomosexualización (2017). Junto con Adrián Balseca, realizó el proyecto Mirador: visiones sobre el extractivismo (2019), una publicación que consiste en una investigación sobre las distintas memorias visuales de los y las dirigentes campesinos e indígenas que han sido criminalizados desde la entrada de los 6 proyectos mega mineros del Ecuador. Fue parte del programa educativo SOMA (generación 2022), en la Ciudad de México.
MALDITA TU OBRA
Sofía Acosta
Video 6’11” y bitácora
2021 – 2022
¿Cómo nos atraviesan los afectos cuando están interrumpidos por la distancia y mediados por la virtualidad? En esta pieza dual, la artista comparte su experiencia personal de vivir separada de su hijo, él en Ecuador y ella en México. Nos revela cómo a medida que la distancia física crece, la comunicación entre ambxs se transforma. Lo que inició como un intercambio de audios, gifs, memes y fotos se fue diluyendo, como suele suceder cuando el cuerpo no alcanza a comunicar las sutilezas que emanan de los rincones donde no llegan las palabras.
Lo que comenzó como un juego se convirtió en una expresión poética y lúdica de la imposibilidad de la comunicación directa. Acosta reflexiona sobre la comunicación más allá de la inmediatez, jugando con nuevas formas de conexión afectiva a través de la navegación poética y el cuerpo, encontrando así un espacio para desaprender y para existir fuera de los límites impuestos por el algoritmo digital.
La pieza de video a dos canales refleja la profunda conexión entre madre e hijo a pesar de la distancia impuesta por la pandemia y las mudanzas constantes. A través de la pantalla, ambxs se embarcan en una expedición imaginaria, escalando montañas y conversando mediante brújulas y telepatía. A la par, una exploración poderosa de su intimidad queda plasmada en forma de una bitácora donde los intercambios temporales, la presencia de los cuerpos en pantalla y las afectividades contenidas en el lenguaje y la memoria se entrelazan en una danza de cuidados que se desprenden de la mediación de objetos tecnológicos.